A la orilla del silencio
“Ismael” proyecto fílmico que quedó en el recuerdo…..
En setiembre del año 2016, me solicitan (en ese momento ocupaba el rol de Directora de Museos) la Sala de Conferencias del Museo Dr. José Apolinario Pérez, para la presentación del libro “A la orilla del silencio” de los autores Jorge Basilago y Guillermo Pellegrino. No dudé en conceder la autorización cuando supe que se trataba de un libro sobre vida y obra de Osiris Rodríguez Castillos.
Demás está decir lo hermoso y típicamente oriental que expresó en sus creaciones, Osiris Rodríguez. Especialmente conocido en Cerro Largo por “Camino de los quileros” y muchos trabajos que tienen su origen en las “sierras de Aceguá”. Fue poeta, narrador, músico, compositor, artesano, pintor. Nació en 1925, en un barrio de Montevideo (Goes) habitado por inmigrantes de diverso origen, verdadero mestizaje urbano. La familia pasa a vivir en Sarandí del Yi, siendo él muy chico. Su mamá era obstetra y allí ejerce. Su padre se “titulaba Dr.” Rodríguez Castro, la mamá se llamaba María Belen Castillos Muñoz, era parienta cercana del caudillo de Melo, Basilio Muñoz.
Por los Castilhos, desciende de portugueses venidos a Brasil, transformados en terratenientes. Loreto, papá de María Belen, vino a Uruguay y se casó con Dámasa Muñoz, prima de Basilio.
Osiris, en un poema, “Frontera norte”, evoca el origen fronterizo de su familia. En el libro “Cantos del norte y del sur” (1963) recuerda a Loreto y Dámasa, los abuelos que en su creación poética mancomunan las dos estirpes: del “mozo riograndense que cruzó la frontera buscando querencia” y “la alcurnia patricia forjada en el combate”, “mirando las lomas, lo espero a mi abuelo”, ¿será el alma de poeta de Osiris que lo trae a la tierra fronteriza de Aceguá, buscando la querencia de los abuelos?
Desde su niñez en Sarandí del Yí, recorrió campos, montes, ríos, arroyos, desde ellos supo oir los sonidos de la naturaleza. En sus poemas, están las melodías, los colores, sus vivencias, “hay un reino bajo el agua, un sauce me lo contó y yo que crecí en silencio bajos los sauces de Yí”. “El río, rumbo que canta, fue mi maestro primero, junto a su espejo viajero, creció indígena mi planta”.
Vida trashumante: Liceo de Florida, Liceo francés, vive en Carmelo, allí se casa, para “mantenerse” toca el piano en una orquesta, crea obras que ejecuta en guitarras, recitaba, dibujaba, tallaba en madera, artista siempre.
En radio Belgrano, Fernando Ochoa recitó “Romance del Malevo”, había conocido a Osiris en Carmelo. Primero, lo conocen en Buenos Aires, década del 50. Luego, conduce una “audición” en Radio Carve. Actúa en Fonoplateas. En 1955 ya se lo conoce por “Grillo nochero” (libro). Su gran éxito fue el poema de homenaje al 1er centenario del fallecimiento del General Juan Antonio Lavalleja “Nació para andar de bronce por la gloria y por la vida, los cerros lo modelaron, cuarteador de rebeldías”, “se llamaba Juan Antonio”.
Frontera norte
Sujetó su caballo
sobre la frontera…
Pensativamente
le cruzó las riendas
y entró a armar un chala
pasando la pierna
por la cabezada
floja la osamenta…
Los “marcos” me dicen
que abuelo y abuela
gastaron tropillas
rastrillando leguas
por las dilatadas
llanuras abiertas…
Y digo a los “marcos”
sangre fronteriza
que borra fronteras
de tan orientada medio brasileña.
Y Osiris se vino a la frontera…. Y escribió el “himno” a los humildes contrabandistas: “Camino de los quileros”. También intentó filmar “Ismael” de Eduardo Acevedo Díaz; obra escrita en 1888, se centra en la historia de un gaucho joven que vive las peripecias del amor y de la guerra, en tiempos de la gesta independentista de 1811.
Entre 1958-59 se había creado una sociedad nativista: Los Cimarrones (1956). Se iniciaba el llamado “boom” folklórico, en ambas márgenes. Esta sociedad trataba de retrotraer un estilo de vida de acuerdo a las más puras tradiciones nacionales-artiguistas. Osiris y Rufino Mario García, aparecen en la Revista Mundo Uruguayo, de enero de 1959, vestidos con ropas gauchas. Es cuando se propusieron filmar Ismael, junto a su amigo Carlos Verdier.
Durante el año 1958, es el momento de mayor exposición pública de los Cimarrones y del propio Osiris que pública de los Cimarrones y del propio Osiris que publicó el libro “Luna Roja”, ambientado en el último levantamiento Saravista de 1904, que contiene una encendida apología del líder blanco Aparicio Saravia. La obra muestra otro aspecto de la creación de Osiris; es un poema dramático en 3 actos. La tapa del libro es diseñada por un joven diseñador gráfico llamado Eduardo Galeano. En “Luna Roja” hay “décimas a Jacinto Luna” que en 1968 serán popularizadas por Alfredo Zitarrosa. “¡No pregunten ande soy. Vengo del tiempo aparceros y ni los mismos senderos se imaginan p´ande voy!. Ya no tengo querencia. Y las leguas no me espantan, porque no hay pa´ los que cantan, mas pago que el de la ausencia… Cada atardecer me pierdo tras los horizontes rojos, con una niebla en los ojos y acosao por los recuerdos….!”. “Luna Roja” no se estrenó.
Parece que el destino de ausencia persiguió a Osiris “Cuando salí de mis pagos, se puso a llorar el tiempo y envolviéndome en el poncho le hice adiós con el chambergo. Y mire que cuesta dirse cuando se ve desde lejos que la tapera se agacha como llamando al dueño”.
El 6 de enero de 1959, Los Cimarrones convocan a una conferencia de prensa en el Ateneo de Montevideo, para dar a conocer su labor. Eran momentos favorables para la sociedad criollista, tanto que se programa hacer una filmación en coproducción con Italia. Se buscó actores para ser Ismael, al efecto vino de EE.UU. John Derek, actor de Western. Creyó filmar una película de vaqueros, como vino, se fue. Después vino un italiano, también retornó con apenas algún intento de filmación. Las intensas lluvias de abril del 59 impidieron filmar exteriores, indispensables, para la temática. La película se frustró.
Yo vide un águila mora
volando sobre un chilcal
y era el alma cimarrona
campiando la libertad.
Tacuara
Esperando a los potros y los gauchos maduró varios siglos la tacuara. Ahí estaba… de a pie, pronta a ayudarlos. Y el gaucho -al darle cuja- la hizo lanza. Cuando se habló de destronar Virreyes la tierra puso un tacuaral en marcha. Tacuaral da a caballo; hacia la Historia ¡palo a pique de gesta de una raza! Cambió de oficio pero no de suerte, apuntaló techumbres y distancias cansada de abrir surcos en la carne dio una mano en los surcos de las chacras.
Foto: Un alto en la filmación de Ismael. Carlos Verdier ayuda a Osiris a encender un cigarrillo (del Libro A la orilla del silencio).
Foto: Con el recitador Rufino M. García, su amigo Carlos Verdier (primero y segundo de la izquierda) y otros miembros de Los Cimarrones (del Libro A la orilla del silencio).
Prof. Teresita Pírez