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Rosa Luna

En sus espectáculos bailaba, cantaba y actuaba, se convirtió en coreógrafa y dirigía ella misma sus propias comparsas

 

Rosa Amelia Luna nació un 20 de junio de 1937. Falleció en Toronto (Canadá) el domingo 13 de junio de 1993.

El domingo 20 de junio de 1993 Rosa hubiera cumplido sus 56 años, ese día fue sacado su féretro desde AGADU, la multitud palmeaba el ritmo del candombe, el Club Nacional de fútbol (su gran amor) tenía el Pabellón a media asta, se declaró duelo.

La “gran negra” del candombe había nacido en una de las 80 piezas del Medio Mundo. Su madre “La Chunga” era una flaquita lavandera que vivía en el oscuro conventillo de la calle Cuareim. Su mamá trajo al mundo 15 hijos. Su oficio de lavandera era el medio de sobrevivencia para su prole. El padre de Rosa no le dio apellido, se llamaba Luis Alberto Carballo, conocido por “El fino”, negro pintón, poeta de carnaval, le dejó a su hija el amor por la poesía y por las lonjas. Decían que Rosa se parecía al padre por el “porte elegante”.

Rosa se crió entre los repiques propios del conventillo. En sus memorias, recuerda que un vecino portugués, cuando los tamboriles no lo dejaban dormir, gritaba: “yacumenza o ruido infernal”.

La niña hija de “La Chunga” debía aportar para ayudar a su familia, a los 9 años fue empleada doméstica, de cofia y delantal y soportar el manoseo de los varones. A los catorce años comenzó a salir en carnaval con los “Granaderos del amor”.

Su vida pasó entre comparsas, fueron su pasión. Vivió para recibir el amor, el aplauso de la gente.

Eso la enloquecía (dice siempre en sus memorias) “¿hay algo más lindo? “Todo el año era para pensar los trajes, las plumas” “bordar con lentejuelas, hasta sangrar los dedos”. Su vida carnavalera le significó más de 20 primeros premios y viajes a E.E.U.U., Europa, Australia, Sudamérica y finalmente Canadá. Llegó a hacer hasta 12 tablados por noche.

Mencionaré algunos nombres que acumuló en sus años de Carnaval: Reina Luna, Vedette del asfalto, Reina africana, Mito viviente, Alma del Carnaval, Eva del ébano, Rito pagano, Reina nocturna, Venus de ébano, Diosa africana, Rosa pueblo.

Fanática de Nacional. Blanca “como hueso de bagual”, Wilsonista sin límites. Narró una entrevista con Wilson de más de una hora, dice: “Fue una de las cosas más lindas que me pasaron en la vida”. Contó con orgullo, que Wilson la llamó “caudilla”. En 1989 figuró entre los candidatos a integrar la lista departamental por la lista 119 de “Por la Patria”.

Admiraba del político blanco, “su sonrisa enorme, su inteligencia y su carisma”. La ultima navidad de Wilson bailó frente a su casa.

Tan blanca y nacionalófila que declaró: “antes de un clásico duermo con la camiseta puesta, si el Glorioso pierde, lloro, no hablo por tres días y en mi casa se deja de comprar diarios”. Nunca descolgué el banderín de mi balcón, ni dejé de ir a la cancha” “Desfilé en el Estadio Centenario con plumas de los gloriosos colores”. “Nacional es un pedazo grande de mi vida”.

“Opino muchos temas, dicen que en algunos me quedan grandes, pero para mí es como ser candombera: lo importante es bailar, -bien o mal- cantar-mejor o peor-, pero el aplauso final si sos auténtica llega.

“¿Qué tengo micha fama de diva?” “Yo que sé, nunca me pillé, pero sé que los uruguayos me conocen y para mí es el mejor halago que me aplaudan” “Me dedicaron temas: Horacio Guaraní, Los Olimareños, el Sabalero, Jaime Roos me escribió “El Tambor”. Hasta el Gordo Troilo me tocó un solo de bandoneón en el Antequera.

En 1993 visitó a su amiga Lágrima Ríos, le dijo “que tenía que viajar, que no le gustaba, pero un argentino la contrató para hacer una serie de shows en Toronto”. No estaba feliz porque debía dejar a Rulito (el niño adoptado) y ya casi terminaba la adopción de una niñita, su sueño era “una casa grande con jardín, donde los niños puedan jugar”. Sus proyectos para el retorno de la gira, fueron interrumpidos en Toronto el 13 de junio, el médico aseguró que fue un ataque fulminante.

El sábado 19 de junio, el vuelo 918 de cruzeiro llegó a Carrasco. La esperaba una multitud.

Su cuerpo venía embalsamado.

Algún comentario periodístico aseguró que ni el sepelio de Zitarrosa reunió tal multitud.

Una cuerda de tambores despidió a la gran morena en el Cementerio del Norte.

Muchos oradores, una Bandera de Nacional de 30 metros de largo, acompañó el cortejo.

Hubo minutos de silencio en el Parlamento. El carnaval de 1994 acumuló homenajes.

Su cuerpo embalsamado descansa en el panteón de granito negro de AGADU en el Cementerio del Norte.

Lágrima Ríos dijo: “La vida no fue buena con ella, porque cuando podía disfrutar de todo lo que había ganado, se la llevó”.

 

Prof. Teresita Pírez

 

 

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