Recordando al Padre de la “Patria”
En 1820, cuando José Artigas cruzó el Paraná por el Paso de Itapúa (Itapúa, se encuentra unos 70 Km Paraná (Alto Paraná) arriba, de la Represa de IPAIPÚ; entre Brasil y Paraguay), había perdido sus ejércitos (“el pueblo en armas”) y sólo lo acompañaban lanceros y lanceras afrodescendientes (Artigas-cuá).
No sabía si lograría ayuda en el pueblo hermano; tampoco imaginaba que estaba iniciando un exilio de treinta años, un exilio que significó un “olvido” de 30 años, pero sus ideas triunfaron más allá de lo que las armas y el centralismo le negaron. Se iba sin fuerzas militares, derrotado, pero llevaba consigo el espíritu de la Revolución y dejaba la profunda huella de sus ideales que conformarían las dos patrias del Plata.
Porque si somos republicanos, él sentó las bases del sistema en estas tierras; con él terminó el súbdito y nació el ciudadano que sustenta el respeto más sagrado por la libertad, la igualdad y la soberanía popular. Él mismo se llamó ciudadano e hizo que este carácter predominara sobre el súbdito, que significa cambiar sistema republicano, en sustitución de la monarquía.
Pensemos en el Jefe de los Orientales, en el conductor de un pueblo que le otorgó la responsabilidad de organizarlo en el momento histórico en que reasumía su soberanía. Primero fue el jefe militar, pero después fue necesario organizar el “nuevo orden” para los territorios, en lucha por la independencia. José Artigas elabora una propuesta innovadora, (no original) adecuada a la realidad rioplatense, acorde a las “nuevas ideas” vigentes en Europa (no porque él visitara el viejo continente) porque las leyó o las escuchó decir a sus amigos ilustrados (muchos curas formados en el pensamiento dieciochesco).
Elaboró su “sistema” en plena lucha, con vacíos, con dudas y consultas, pero con mucho conocimiento del medio y de su gente. Realista y maduro en sus conceptos, usó términos correctos como soberanía, independencia, federación, seguridad, libertad, igualdad (con amplitud porque no excluyó etnias ni culturas, tampoco fue censitario). Sus ideas le han dado el triunfo, que las armas le negaron.
El 20 de agosto de 1855, el Dr. Estanislao Vega y su esposa exhumaron sus restos, por orden del gobierno uruguayo, para repatriarlos. Llegaron en setiembre del mismo año. La urna fue llevada con fuerte custodia militar a la Isla de Libertad, esperando el cese de conflictos políticos, para darle sepultura. En noviembre de 1856, los restos fueron llevados a la Iglesia Matriz y luego al Cementerio Central.
El extenso tiempo en que se demoró a realizar lo antedicho generó disconformidad entre algunos orientales. Entre ellos estaba Leandro Gómez, quién publicó su protesta en la prensa. Pidió se aceleraran los funerales y se le colocara una lápida con este texto: “Siempre patriota, siempre honrado, siempre pobre, hasta el sepulcro”.
Y Dijole el Astro
“No vuelvas al sitio en donde están aun los hombres”.
“Húndete, para siempre, en el silencio de las selvas”.
“Has sido el Libertador, el Civilizador, el Legislador,
el mas rebelde conductor de estos pueblos,
el guerrero, el demócrata por excelencia
de todas estas comarcas”.
“No vuelvas. Volverás siempre”.
“¿Que mas puedes esperar ahora?”
“Con el barro del esclavo nos hiciste la joya del Hombre”.
“Estas solo frente al universo, en la miseria,
inerme como en el día que naciste,
derrotado pero indómito,
frente a un inmenso rio de América”.
“Si vuelves ahora, será para hacer correr la sangre
a torrentes. La sangre de tus hermanos”.
“Una muralla cíclica, de intereses, de ejércitos,
de implacables enemigos,
se levanta entre tú y el pasado”.
“No vuelvas. Volverás siempre”.
Pertenece a la obra “Artigas y el Astro” del Poeta Emilio Oribe, escrita especialmente para la inauguración del Monumento que se encuentra en la Plaza Constitución de Melo (22 de octubre de 1950).
Prof. Teresita Pírez