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El agua arachan que aún se la recuerda

 

Plantean rehabilitar la vertiente ante la crisis de agua dulce

 

La fábrica SAIDA, (Sociedad Arachana Industrializadora de Agua).

Es un sitio de riqueza geológica muy importante para el país, y donde quedan aún los vestigios señoriales en medio del campo, de una industria que funcionó gracias a la idea, proyección, empeño y esfuerzo que algunos emprendedores que desarrollaron con mucho ahínco un proyecto industrial de primer nivel en la zona de Cerro de los Conventos, 11 sección de Cerro Largo. Una embotelladora de agua mineral llamada SAIDA que funcionó desde 1946 a 1957. En sus últimas etapas comenzaron a vender agua saborizada, naranja. Funcionó sólo durante 11 años. Hoy queda solo la estructura que se mantiene en pie y nos permite ver la importancia del emprendimiento.

La fábrica SAIDA, industrializadora de agua es un sitio de riqueza geológica muy importante para el país y donde queda aún el vestigio de una industria que funcionó gracias a la idea proyección, empeño y esfuerzo de algunos emprendedores que desarrollaron mucho ahínco un proyecto industrial de primer nivel en la zona de Cerro de los Conventos 11 sección.

En medio de este bello entorno natural en las nacientes del Arroyo Conventos permanece aún señorial esta industria creada por visionarios del departamento, mirando hacia el futuro, aún permanece en las estructuras de hormigón donde funcionó esta industria, sueño de muchos.

Se trataba de una sociedad de vecinos que se encargaban de embotellar agua mineral que vertían dunas fósiles, el agua sale realmente filtrada y se transforma en un gran reservorio. Fue en 1947 el inicio del envasado de las primeras botellas del agua; funcionó solamente 11 años y hoy permanece intacta su estructura que se mantiene en pie y nos permite ver la importancia del emprendimiento, esta planta industrial fue construida a mediados del siglo pasado.

López Benítez Pérez, Dominsaín, Serralta, Briozo, entre otros, comenzaron a ver que el proyecto era viable y le llamaron SAIDA.

Briozo era el abuelo de Guillermo Viera el que contó a EL PROFESIONAL detalles de la gestación de esta industria tan pujante en su momento y luego los avatares de otras circunstancias hizo que no se pudiera continuar entre ellos el mal estado del camino para sacar la producción que en aquellos tiempos se debía sacar en carretas

Guillermo conserva aún botellas y dijo que esto surge como un anhelo de una serie de visionarios de aquella época en la década del 40.

Se envasaban 10.000 litros diarios y llegaron a trabajar en la fábrica 36 personas, el agua era de buen nivel. Aún existe una planilla de trabajo donde consta ese número de funcionarios.

Estudios de un geólogo en 1939, contratado por esta sociedad estableció que la fuente para ser redituable debería tener una perforación de unos 300 metros de profundidad y con esos costos tan elevados nunca se llegó a invertir por diferentes aspectos, entre ellos problemas para sacar la producción, no había energía eléctrica, los caminos en mal estado, no era suficiente el mercado para la adquisición del agua.

“El estudio de un geólogo contratado determinó que pinchar esa estructura tiene costos muy elevados”, dijo Guillermo Viera. “También faltó en su momento, voluntad política para colaborar con la iniciativa”.

El agua está, y es de primer nivel, “es casi un pecado que no tengamos un agua de Melo, teniendo todo, la fuente el predio de 33 hectáreas y la fuente.

 

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